Estimados maestros, ¡qué gusto poder estar esta mañana con ustedes! Me acompaña en esta conversación una querida compañera, la maestra Claudia Bataller, que tiene mucha experiencia en trabajo con maestros. También he estado en algún tiempo en lo que en su momento fue la Dirección General de Educación Superior para Maestros, hoy de Jesús Este, y es un placer poder compartir con ella para poder conversar sobre un tema que es muy complejo pero que seguramente está despertando mucho interés en el trabajo que tenemos que hacer en adelante en el plan de estudios: la evaluación formativa.
Claudia, buenos días. Espero que estemos muy bien. Muchas gracias, Ángel, por la invitación. La verdad es que me da mucho gusto poder compartir contigo algunas ideas y comentarios sobre lo que tiene que ver con la evaluación formativa, que es el tema que nos reúne el día de hoy aquí. ¿Qué significa que los maestros tengamos que enfrentar la tarea de evaluación formativa? ¿Cómo lo ves, Claudia?
Pues sí, es un tema que se ha comentado mucho y que los maestros conocen, que identificamos, pero en el momento en que lo vemos como un apartado protagónico del nuevo modelo educativo, pues ahí es donde tenemos que ver realmente cuáles son sus alcances, cuáles son sus limitaciones y qué dificultades va a presentar la implementación que se haga con él. Entonces, yo creo que sí hay que pensarlo en voz alta, comentarlo, y seguramente lo que comentaremos aquí, lo que digamos aquí, pues va a ser pensado y sentido por los maestros.
Un problema que veo es que necesitamos empezar a diferenciar las fases del plan de estudios, porque no se puede hacer la evaluación formativa igual en la fase dos, en la fase tres, en la fase cuatro y cinco, o en la fase seis del sistema educativo. No sé si tengas alguna reflexión que ayude a los maestros a decir: "A ver, este, ¿qué podríamos hacer cuando pensamos, por ejemplo, con niños que están en la fase dos o fase tres, donde propiamente el lenguaje oral todavía es relativamente complicado, donde el lenguaje escrito es mucho más complicado? ¿Pero entonces, cómo hacemos la evaluación formativa con ellos?"
Yo creo que ese es un punto central. No podemos generalizar la evaluación formativa para todas las etapas de desarrollo. Tenemos que recuperar quiénes son nuestros sujetos de aprendizaje. En este sentido, los alumnos pequeños, pues para ellos, dar manifestaciones, el poder expresar, el poder reflexionar sobre su propio aprendizaje, va a ser algo muy concreto, algo muy específico, vinculado al dibujo, el juego, la actividad con los otros. Para alumnos que ya se encuentran en una etapa cuatro, en una etapa cinco, van a tener posibilidades de manifestaciones concretas, con productos específicos también, y con reflexiones grupales más ricas. Entonces, yo creo que por supuesto que la etapa de desarrollo tiene que ver para ver cómo implementamos qué tipo de productos o de actividades son las que llevamos a cabo para recuperar esa evaluación formativa. No se puede generalizar, hay que tomarlo muy en cuenta.
Eso es muy importante, Claudia. Es decir, adaptar la evaluación formativa a las características y necesidades de cada etapa de desarrollo. No podemos aplicar el mismo enfoque para todos los alumnos, ya que cada uno se encuentra en un momento distinto de su aprendizaje. Además, es fundamental que los maestros tengan en cuenta que la evaluación formativa no se trata solo de obtener un resultado o una calificación, sino de que los alumnos reflexionen sobre su aprendizaje, identifiquen sus dificultades y busquen formas de mejorar. Esto puede hacerse a través de manifestaciones concretas, como dibujos, juegos y actividades grupales, según la edad y el nivel de los alumnos.
Además, debemos evitar la mentalidad numérica que se ha arraigado en la educación, donde lo más importante es obtener calificaciones altas. Es necesario cambiar esa percepción y enfocarnos en el proceso de aprendizaje, en cómo están adquiriendo conocimientos y desarrollando habilidades, en lugar de obsesionarnos con los números. Esto implica que tanto los maestros como los padres de familia y la sociedad en general deben valorar y reconocer los procesos de aprendizaje de los niños, más allá de las calificaciones.
También es importante que los maestros reflexionen constantemente sobre su práctica docente y estén dispuestos a ajustar sus estrategias y actividades para adaptarse a las necesidades de los alumnos. La evaluación formativa no debe limitarse a momentos específicos, como exámenes, sino que debe ser un proceso continuo e integrado en la enseñanza diaria.
En resumen, la evaluación formativa requiere una mirada atenta a las características y etapas de desarrollo de los alumnos, promoviendo la reflexión sobre el aprendizaje y evitando la obsesión por las calificaciones numéricas. Es un proceso que debe involucrar tanto a los maestros como a los alumnos y que debe ser parte integral de la práctica educativa.
Claudia, ha sido un placer conversar contigo sobre este tema tan relevante. Espero que nuestras reflexiones sean de utilidad para nuestros compañeros maestros y maestras. ¡Muchas gracias!
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